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SALUD PÚBLICA

A diferencia de las fundaciones cuando existen familiares dispuestos a luchar con los niños, su vida transcurre en los pasillos de los hospitales. A continuación, dos ejemplos de familias que tienen menores con este padecimiento. Ellos fueron los únicos que accedieron a contar su historias, pues a pesar de las campañas hechas sigue existiendo un tabú sobre el VIH.

Mientras espera

Aproximadamente a las 12 de la mañana Karina llega apurada a la sala del servicio de Infectología de un hospital público en Quito.  Mientras espera que la llamen a la consulta empieza a revisar los papeles y exámenes que le habían pedido. Karina cuenta que acababa de llegar de Macas donde vive con sus hijos y sobrino que tiene VIH. En esta ocasión Andrés, de nueve años, no la pudo acompañar porque tenía clases pero dice que casi siempre acuden sin falta. 

 

Hasta que le toque el turno, Karina comenta que su sobrino contrajo el virus al nacer ya que la madre era seropositiva. “Mi hermana se había contagiado por unas pintas de sangre al dar a luz al segundo hijo, tuvo una hemorragia en el parto y posteriormente como no tomaba adecuadamente los medicamentos contagió al tercer hijo que tuvo”. 

Posteriormente la mujer murió dejando en la orfandad a Andrés, pues el padre también había muerto a causa del VIH. Ninguno de los dos tomaba regularmente los medicamentos a eso se sumó la mala alimentación y la depresión en la que se sumieron; las consecuencias las pagó el hijo.  

La hermana de Karina era oriunda del Puyo, pero por la discriminación de la que fueron victima ella y su familia tuvieron que cambiarse de ciudad. “Donde vivían si les discriminaban, que no les topen porque se pueden contagiar, les hacían de menos. Entonces se fueron a Shushufindi para tener una vida en paz”. Sin embargo, la preocupación y los problemas económicos hicieron que descuidaran su salud y la de Andrés, quién fue ingresado al hospital de emergencia cuando era más pequeño.  

Karina
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A mi madre le dio un derrame por la impresión de enterarse de que mi hermana tenía VIH.

Karina - Tía de paciente
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Karina se hizo cargo del niño quién se encuentra estable y ha disminuido la carga viral. Cada dos meses acuden al hospital para retirar medicinas. Mientras los chequeos se hacen cada seis meses para corroborar que el virus está controlado. Andrés sabe que tiene VIH, quizás no es consciente de lo que implica estar en ese estado, pero eso no lo ha impedido de ser un niño feliz y llevar una vida normal. No ha tenido problemas de discriminación porque no comentan sobre eso, prefieren evitar problemas. 

 

De pronto llega el turno de Karina, quien va rápidamente. Después de unos minutos sale con una receta para retirar los medicamentos. Mientras hace la fila dice que en todo este tiempo no han tenido ningún problema de desabastecimiento y que lo primordial es tomar regularmente la medicina, acompañada de una buena alimentación; para que las defensas estén altas. Finalmente, se va del hospital porque debe regresar a Macas a sus labores cotidianas.  

Kevin Iriarte

En medio de risas y saludos, Jenny Iriarte llega a casa de su madre ubicada en un barrio de la ciudad de Loja. De inmediato empieza a preparar el desayuno para su hijo y esposo. Mientras suenan las ollas que calientan el agua y los alimentos, Jenny se toma un descanso y empieza a narrar como contrajo VIH.  Entre lágrimas recuerda las difíciles situaciones que tuvo que pasar en su juventud. Jenny, quien en ese tiempo no tenía conocimiento del virus, mantuvo una relación con un hombre que tenía VIH y posteriormente desarrolló SIDA y murió. Poco a poco la salud de Jenny fue deteriorando a la par de su pareja, lo que encendió las alarmas sobre su estado de salud. Después de realizarse exámenes, la mujer se dio cuenta de lo que le ocurría, algo que no asusto a su pareja quien ya sabía que poseía el VIH. 

 

Además, Jenny estaba embarazada pero no se pudo evitar el contagio por la falta de información y el aislamiento en el que estuvo junto a su novio, por parte de la familia de su pareja en la provincia de El Oro. Afortunadamente, la madre de Jenny la rescató de la precaria situación en la que estaba y volvieron a Loja.  Sin embargo, la salud de su hijo Kevin se había empeorado. Jenny tuvo que acudir a varios hospitales de Guayaquil para que lo atendieran, porque ninguno quería hacerse cargo de él, pues estaba en un estado bastante crítico. Hasta que con toda contundencia, Jenny exigió que lo acojan y eviten que siga sufriendo. Durante dos meses, Kevin estuvo en coma. 

Discriminación - Madre de Kevin
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Jenny relata que hace algunos años la discriminación era mucho más fuerte que ahora. Ella cuenta que fue despedida de su trabajo por ser portadora del virus. Además, en los hospitales sentía miradas de desprecio o preguntas inapropiadas. “Antes había bastante discriminación, las personas no se sentaban al lado de alguien con VIH”. Las situaciones que vivió, en otra ciudad fuera de Loja, más la discriminación desembocaron en deseos de morirse. 

 

En el caso de Kevin, quien desde los nueve años tiene conocimiento de que posee VIH, la discriminación vino cuando iniciaba sus estudios en la escuela. El joven, que tiene 15 años pero aún está en la primaria, también tiene discapacidad. No puede caminar sin muletillas.  Esta fue una de las excusas que dio la directora del plantel para evitar que Kevin estudie. Pero para Jenny este rechazo fue por que sabía del padecimiento de Kevin, por lo que demandó a la institución. 

DISCRIMINACIÓN
Actualmente 

Hoy el virus tanto en Jenny como en su hijo esta totalmente controlado. Las defensas están muy altas, gracias al cumplimento del tratamiento. Los problemas con la escuela se solucionaron. Kevin es bien recibido por todos sus compañeros y profesores. Lleva una vida normal, con mucho amor de toda su familia, quienes siempre están atentos para ayudarlo. Jenny menciona que la situación lo ha hecho madurar y siempre le inculca que debe superar las adversidades. 

 

 

"Si te caes tienes que levantarte"

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