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JUVILUS 

Los niños llegan de diferentes maneras. Algunos son hijos de padres que murieron a cusa del SIDA y quedaron huérfanos, otros tienen uno de sus padres pero no poseen los recursos necesarios para controlar el bienestar de sus hijos. También están aquellos que fueron abandonados en hospitales e incluso hay casos en que los mismos padres han decidido dejarlos al cuidado de la casa de acogida. 

Cuando un médico detecta que un niño con VIH está en mal estado, tiene desnutrición y su carga viral es alta; reportan el caso a las fundaciones para que los acojan temporalmente. Pero, si se evidencia que los padres son reincidentes o no tienen los recursos necesarios para solventar los problemas de los niños son llevados a casas de acogida como Juvilus. La desnutrición es uno de los problemas más comunes en niños que no han tenido control del virus. Por eso la fundación trabaja con nutricionistas especializados ya que en el caso de los bebés es un estado que no se soluciona rápidamente, los acompaña para toda la vida. 

La reinserción en la fundación es uno de los procesos más importantes, pues ese será el hogar que los acoja por muchos años. Pero adaptarse a las reglas de un nuevo hogar no es nada fácil, sobre todo para a aquellos que provienen de hogares disfuncionales. 

¿Cómo es su día a día?

El reloj marca las 5:30 de la maña cuando los niños de la fundación se despiertan para ir a la escuela o colegio. Rápidamente, desayunan y toman sus medicamentos. Cada quien parte a su institución educativa en Otavalo, donde realizan actividades como todos los niños.  Mientras tanto, Sor Beatriz Elena de la Cruz de Cristo, misionera mexicana y coordinadora de la fundación, se aparta de sus actividades y comenta que la adaptación social de los niños es complicada. 

¿Qué pasa cuando cumplen 18 años?

PROYECTO DE AUTOONOMÍA

Desde los 15 años la fundación trabaja en un proyecto de vida para que cuando sean mayores de edad puedan tener un trabajo o ingresar a la universidad.

¿Adopción?

"Hay días en que se levantan de buenas y otras de malas como cualquier adolescente.

Pero a eso agrégale los cambios del medicamento o los dolores que a veces ocasionan las enfermedades oportunistas.

Tienen una vida frágil 

El estado dice que la prioridad es que los niños sean reinsertados con la familiares hasta segundo o tercer grado de consanguineidad. Para esto se trabaja en conjunto con la policía para logar localizar a los parientes. Sin embargo, hay familias que no tienen los recursos suficientes para solventar la vida del niño. En otros casos hay rechazo por las ideas erróneas que aún se tienen de la enfermedad. Es entonces cuando se abre la posibilidad de ser adoptados. Pero, ahí surgen otros problemas. Por una parte los procesos no son fáciles y por otro la sociedad no tiene tanta apertura para adoptar en especial a niños grandes de diez años o más con VIH.  

Algunos niños saben que tiene VIH porque vieron morir a su madre o padre, pero no son conscientes de lo que el virus implica en la sociedad. Por lo general, los niños de la fundación Juvilus empiezan a conocer de su estado cuando inician la adolescencia, a los 13 años; con educación sexual e información oportuna. 

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Julia Espinoza 
Trabajadora Social Juvilus 
Julia Espinoza - Trabajora Social Juvilus
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